Cuento de la semana
Se cuenta que había un monje que era ejemplo de ascetismo y correción.
Un buen día, o mejor un mal día, lo acusaron de haber embarazado a una
doncella; la propia joven lo hizo para salvar de la ira de su padre al verdadero
responsable. Se levantaron todo tipo de calumnias e improperios, y para
estigmatizarlo más aún, le obligaron a tener que criar a la criatura.
Años después cuando se supo la verdad, el arrepentimiento fue general y no
encontraban la forma de desagraviar al monje en quien ahora veían un santo.
El monje les dijo con toda humildad: "Estaba seguro de no ser ninguno de
los dos personajes que me atribuyeron, ni para bien ni para mal, así que
nunca llegó a perturbarse mi tranquilidad".
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